Hace unas semanas, una mamá de dos niños (de 7 y 5 años) me contaba que se sentía realmente agotada. Como la gran mayoría, ella tiene su trabajo profesional fuera de casa. También se encarga, junto con su pareja, de las tareas típicas del hogar: comidas, compra, limpieza, orden, ropa, etc., y por supuesto de todo lo relacionado con la educación, crianza y cuidado de sus hijos.
Tanto ella como su marido habían pasado algunas semanas muy duras y estresantes a nivel laboral y cuando llegaban a casa, ya estaban demasiado cansados para lidiar con el tema de la casa y los hijos. Además, cuando alguno de ellos llegaba más tarde a o tenía algún compromiso que le llevaba a ausentarse más tiempo, el otro tenía que hacerse cargo de todas las tareas. Por eso, estaban contemplando la posibilidad de volver contratar ayuda externa para poder “llegar a todo”.
Analizando un poco su situación familiar, descubrimos que sólo los adultos se hacían cargo de las labores del hogar. Los niños no tenían ninguna responsabilidad en casa: no hacían su cama, no recogían su ropa ni colaboraban con las comidas o en poner la mesa, recogían bastante poco, etc. Es normal que ambos padres estuvieran agotados si se encargaban ellos de todo, incluso de lo que sus hijos podían hacer. La única responsabilidad del mayor era cumplir con los deberes del colegio.
Contratar ayuda externa para hacer las tareas de casa podía ser una solución a su cansancio extremo. Así podían encontrarla cada día limpia, ordenada y con la cena preparada. Pero esto no iba a remediar su mayor problema que era que no estaban dando la oportunidad a sus hijos para aprender a ser responsables, serviciales, a pensar en los demás y hacerse cargo de algunas tareas para el bienestar de toda la familia, etc.
Enseñar a ser responsables a través de los encargos familiares
Es responsabilidad de los padres, darles responsabilidades a los hijos para que estos aprendan paulatinamente a hacerse cargo y cuidar de ellos mismos de manera autónoma. Pero, además, hemos de darles también la oportunidad de hacer buenas acciones y servicios por las demás personas, comenzando por los que viven en la propia casa.
El buen funcionamiento de la familia y del hogar no debería recaer únicamente en los padres. Es importante que cada uno de sus miembros, incluidos los niños, conozcan todas las actividades que se necesitan para que todo funcione adecuadamente y que cada uno pueda encargarse de hacer algunas de acuerdo con su edad y capacidades.
Al igual que el resto de las personas, los niños deben dedicar parte de su tiempo y esfuerzo a alguien más que no sean ellos mismos. Un niño que sólo se centra en él mismo, está sometido a las exigencias de sus deseos y puede convertirse en una persona egoísta y egocéntrica.
Así pues, para que un niño se sienta vinculado a los demás y a la sociedad es preciso que haga tareas por el bien de los demás y del lugar donde convive con ellos.
Tener encargos familiares fomenta el sentido de pertenencia a la familia pues hará que los niños se sientan valiosos al darse cuenta de que su colaboración es necesaria y significativa para el resto de sus miembros.
Además, cuando ellos están encargados de algunas tareas familiares, se dan cuenta del esfuerzo que supone y son más conscientes del valor de aquellos servicios que los demás hacen por el bienestar común.
Te pongo un ejemplo personal muy sencillo. En mi casa los calcetines siempre estaban del revés por más que yo había pedido que los voltearan antes de lavar. Pero por supuesto me ignoraban y yo “perdía tiempo” volteándolos para emparejarlos y guardarlos. Cuando mi hija de 6 años comenzó a encargarse de esta tarea, se dio cuenta de lo tardado y pesado que era tener que estar volteando todos los calcetines.
Además, cuando les damos nuestra total confianza para realizar ciertas labores y ellos descubren que pueden hacerlas, les da un impulso a su autoestima en primer lugar porque se dan cuenta de que son capaces de realizar esa tarea, y en segundo porque ven que pueden influir y hacer algo valioso y útil por los demás.
Y más aún, la responsabilidad de tener encargos familiares les hará poner en práctica otras virtudes como la constancia, perseverancia, esfuerzo, disciplina, orden, generosidad, servicio, solidaridad, gratitud y laboriosidad.
¿Cómo establecer los encargos familiares?
Lo primero sería distinguir entre las responsabilidades necesarias para el cuidado personal de aquellas actividades que son del ámbito familiar.
Dentro del ámbito personal podríamos incluir, según la edad: poner la ropa sucia en el lugar que le corresponde, guardar la ropa limpia en el armario, hacerse la cama, preparar su ropa para el día siguiente, mantener la habitación en orden, dejar el baño recogido después de la ducha, recoger y guardar los juguetes, preparar la mochila, etc. Éstas tareas se pueden incluír dentro de las rutinas de cada hijo. En este post te explico cómo hacerlas.
Las tareas de del ámbito familiar son aquellas en las que está involucrada toda la familia. Por ejemplo: organizar los menús de las comidas, hacer la compra, lavar, tender y doblar la ropa, cocinar, poner la mesa, recoger la cocina y lavar los platos, sacar las basuras, quitar el polvo, barrer, fregar, limpiar los baños, alimentar y pasear a la mascota, regar las plantas, limpiar las ventanas, etc.
Cada familia tiene sus costumbres y sus tareas particulares. Y lo que para una familia puede ser del ámbito familiar, para otras puede ser del personal y viceversa. Lo importante es hacer esta lista en familia y decidir qué corresponde a cada uno. Los niños, desde que son muy pequeños, son capaces de hacer pequeñas tareas, además que a esta edad les encanta ayudar, y deben hacerse cargo de ellas.
Entonces, en una reunión familiar, todos los miembros pueden hacer la lista de todas aquellas actividades que se necesitan hacer para que la casa funcione adecuadamente.
Se puede hacer la siguiente reflexión con los hijos: “todas estas actividades son necesarias para que la casa marche sobre ruedas. Si vivimos cuatro personas en esta casa, no tiene sentido que sólo una persona se encargue de realizarlas todas. Por lo tanto, este es un buen momento para ponernos de acuerdo en qué puede colaborar cada uno.”
Los padres pueden comenzar por distribuir aquellas tareas que sólo pueden hacer los adultos, como hacer la compra o cocinar, si los hijos son pequeños. Después cada uno de los demás miembros puede elegir qué prefiere hacer. Los encargos familiares pueden ir cambiando periódicamente según convenga.
Es mejor poner todo por escrito y en un lugar visible para tenerlo como referencia. Aquí puedes descargar una plantilla para hacer la lista de encargos familiares.
Algunos aspectos para tener en cuenta
El primero es que darles encargos a nuestros hijos, nos deberá hacer a los adultos trabajar y ejercitar la paciencia. Desde luego que nosotros podemos llevar a cabo cualquier tarea con mayor perfección y velocidad que los niños. De hecho, este es una de las causas por la cual muchos padres prefieren hacer ellos las cosas en lugar de pedirle a los hijos su colaboración. Otro motivo es evitar las malas caras, protestas y discusiones que se generan cuando se les pide ayuda en algo de casa.
Sin embargo, este es el momento de invertir tiempo en enseñarles a hacer las diferentes tareas, acompañarlos el proceso de aprendizaje, reconocer el esfuerzo que hacen (aunque el resultado no sea el que esperamos) y confiar en que poco a poco mejorarán en calidad y velocidad.
También es importante que, si nunca han tenido ninguna responsabilidad en casa, no se puede esperar que de una semana a otra hagan 4 cosas. Se ha de ir poco a poco, empezando, por ejemplo, con uno o dos encargos familiares, dependiendo desde luego de la edad de cada hijo, además de algunas responsabilidades de cuidado personal.
Otro aspecto que considero importante tener en cuenta es que, cuando los hijos cumplan con su encargo, los padres deberían limitarse a alentar, agradecer por su colaboración y reconocer el buen funcionamiento de casa gracias a la participación de todos. Conviene, de esta manera, evitar las alabanzas, halagos y, por supuesto, premios y motivaciones externas. La principal motivación que debemos fomentar debe ser intrínseca: la de sentirse satisfechos por el servicio que están brindando a otros y porque están contribuyendo a la armonía y bienestar de la familia.
Si te interesa aprender a alentar a tus hijos en lugar de halagar y motivarlos con premios externos, en el curso ABC para educar con enfoque positivo hay un apartado entero dedicado a explicar con mayor profundidad esta estrategia.
Y, por último, y quizás lo más importante, es confiar en lo que los hijos son capaces de hacer si les damos la oportunidad, no pensar que son demasiado pequeños o que todavía no están preparados porque les hacemos un flaco favor. Los encargos familiares son una excelente oportunidad para trabajar todos juntos como equipo y ayudarles a los hijos a crecer en autonomía, autoestima, laboriosidad y responsabilidad.