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marzo 8, 2018

Educar en el feminismo desde la familia


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Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer y quiero aprovechar la oportunidad para hablar sobre la importancia de educar en el feminismo desde la familia a nuestros hijos e hijas.

¿Qué pasaría si, a la hora de criar a nuestros hijos e hijas, no nos centráramos en el género sino en la capacidad? ¿Y si no nos centráramos en el género sino en los intereses?

– Chimamanda Nglozi Adichie –

Quizás mis hijos son muy pequeños todavía para entender, e incluso, enterarse, de que el 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer y la razón por la que se celebra, o, mejor dicho, se conmemora esta fecha.

Para algunos, este día no tiene sentido. Otros opinan que, si de verdad se buscara la igualdad, también debería existir el día del hombre, o, que, para ser totalmente igualitarios, debería existir entonces el día de la humanidad. En cambio, para muchas otras, especialmente mujeres, éste es un día para reivindicar la desigualdad social, laboral, económica, política, etc. que aún existe entre hombres y mujeres.

Personalmente, estoy de acuerdo con lo que dice Adichie: «hacer un día de la humanidad supone negar el problema de género y negar el hecho de que las mujeres se han visto excluidas y menospreciadas a lo largo de muchos siglos.»

Es verdad que a nosotros ya nos está tocando vivir una época en la que las mujeres no lo tenemos «tan mal» y tenemos «casi» los mismos derechos que los hombres. Podemos votar, salir a trabajar fuera de casa, ir a la escuela y a la universidad, etc. Sin embargo, todavía quedan muchas diferencias entre hombres y mujeres, especialmente en el ámbito social, laboral y familiar.

Las mujeres que nos precedieron han logrado importantes cambios que ahora nosotras disfrutamos, pero todavía hemos de seguir luchando por avanzar más hacia un trato y un rol más igualitario entre los hombres y las mujeres. Quizás nuestra generación no podrá ver ni vivir los resultados, pero nuestros hijos a hijas son los que deberán seguir con esta labor. Es por eso que considero muy importante educar en el feminismo desde la familia.

Feminismo, dice Iria Marañón, es una palabra que incomoda y que en muchos ámbitos se entiende como algo radical, extremista. Pero es que el feminismo no es odiar a los hombres ni creer que las mujeres son mejores que ellos y, por supuesto, está muy lejos de ser lo opuesto al machismo.

Definiciones de feminismo hay muchas. Según la Real Academia de la Lengua Española es: «Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.» En realidad, la mayoría de las definiciones destacan que el feminismo es un movimiento que busca justicia y libertad para las mujeres o una igualdad social, política y económica entre hombres y mujeres.

Feminismos o formas de entender el feminismo hay muchas. Y, según menciona Iria Marañón, «es feminismo ese que se ajusta a tus propios valores, siempre que busque la justicia y la libertad de las mujeres.»

Por lo tanto, yo entiendo el feminismo como una lucha por el reconocimiento de igualdad entre hombres y mujeres; iguales en dignidad y, por tanto, que ambos merecen el mismo respeto, los mismos derechos y las mismas oportunidades. Y con esta premisa es como quiero educar a mis hijos.

Educar en el feminismo desde la familia

«Hoy me gustaría pedir que empecemos a soñar con un plan para un mundo distinto. Un mundo más justo. Un mundo de hombres y mujeres más felices y más honestos consigo mismos. Y esta es la forma de empezar: tenemos que criar a nuestras hijas de otra forma. Y también a nuestros hijos.»

– Chimamanda Nglozi Adichie –

Quiero educar a mis hijos en el feminismo porque me gustaría que mi hija pueda estudiar y trabajar en lo que quiera y la haga feliz, cobrando lo que merece por su trabajo y sus capacidades, y que el ser mujer no sea un obstáculo para su desarrollo profesional. Porque quiero que mi hijo valore a las mujeres como personas con la misma dignidad que él y con sus mismos derechos y capacidades, y que sea capaz de reconocerlo sin temor a verse ensombrecido.

Quiero educar a mis hijos en el feminismo porque si algún día ellos forman su propia familia, me encantaría verlos implicados con sus hijos, participando en las labores de casa, cuidando a su esposa o esposo y siendo corresponsables en la crianza y educación de sus propios hijos.

Mis hijos son pequeños todavía, pero desde ahora hay algunas cosas que hacemos en casa y que considero que son parte de esa educación en el feminismo desde la familia. Falta mucho por supuesto, porque creo, además, que nosotros mismos como adultos hemos de desaprender todavía ideas de género que hemos interiorizado con el tiempo.

A día de hoy, nuestro granito de arena para educar en el feminismo desde la familia es:

Juegos y juguetes sin distinción de género. Es igual si el juguete es de color rosa, verde o amarillo, no importa si es una princesa, un tren o un dinosaurio, niños y niñas pueden elegir el juguete que quieran. El juego es la forma en que los niños aprenden y no debería de entender de género ni de colores. En relación a esto, puedes ver en este enlace un interesante experimento sobre los prejuicios inconscientes que tenemos con los juguetes de los niños.

Educación emocional para niños y niñas por igual. Hombres y mujeres sentimos de la misma manera. Ambos sexos podemos llorar, enfadarnos, gritar de rabia o emoción, y está bien. Los niños pueden llorar y eso no los hará más débiles ni menos masculinos. Las niñas pueden ser duras y no las hará menos agradables ni más feas.

Implicación en las labores de casa. Niños y niñas, dependiendo de su edad por supuesto, pueden hacer las mismas tareas en casa: lavar platos, preparar la comida, encargarse de poner la ropa sucia en la lavadora, sacar la basura o limpiar el suelo.

Empoderar a las niñas. Hay estudios en los que se demuestra que incluso las niñas de 6 años son menos inteligentes en matemáticas que los niños. Es por esto que considero muy importante hacer a las niñas conscientes de las aptitudes tan grandes que tienen, que son inteligentes y capaces de aprender o conseguir cualquier cosa que quieran.

Presentar modelos femeninos que merezca la pena tener como referente. Y no me refiero a modelos de pasarela o las que nos venden las revistas, sino a mujeres fuertes, capaces, valientes y extraordinarias que han soñado y luchado por alcanzar lo que querían. Cada vez hay muchas más películas, documentales, cuentos y novelas en los que se narra la vida de mujeres reales que han sabido destacar en diferentes ámbitos de la vida, aún a pesar de las dificultades que podían tener. Incluso en nuestra familia o entorno, hay muchísimas mujeres con una historia fascinante que puede inspirar a nuestros hijos e hijas.

Las palabras dicen, pero el ejemplo arrasa. Por supuesto, todo lo anterior es mucho mejor si lo ven y lo viven como ordinario en casa. Mamá y papá se encargan de las tareas domésticas por igual, incluso si se trabaja fuera o dentro de casa.

Además, el ejemplo que les puedo dar como mujer es importante; ser una mujer que se valora, que también tiene sueños y metas y que lucha por alcanzarlos; que está bien querer estar guapa, pero que lo más importante está, como se dice comúnmente, en el interior: en nuestra forma de ser y comportamos y en cómo tratamos a los demás.

El ejemplo de papá también es importante porque aprenderán de él que hombres y mujeres se tratan y se respetan por igual. Que él es responsable de su familia, no sólo de la parte económica, como ha sido el papel del hombre durante años, sino que también cuida de sus hijos, se implica en su educación, y pasa tiempo con ellos.

Educar en el feminismo desde la familia a veces puede resultar cansado porque en ocasiones se tiene la sensación de ir a contracorriente con lo que nuestras hijas e hijos viven en su entorno; me refiero a las influencias que tienen en el colegio, con sus amigos, en la televisión, etc. Mi hija de 4 años «aprendió» hace un par de semanas que había juegos de niñas y de niños porque a sus compañeros del colegio no les gustaba jugar con princesas porque eran feas y eran de niñas.

Llevamos siglos conviviendo con estereotipos de género y quizás yo desde mi casa no vaya a cambiar el mundo, pero sí estoy sembrando en mi hija y mi hijo unos valores por los que merece la pena luchar para lograr un mundo más justo y feliz para todos.

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