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octubre 8, 2018

La honestidad emocional. Como compartir tus emociones con los niños.


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Quizás en alguna ocasión te haya surgido la pregunta de si los papás debemos expresar, explicar o compartir nuestras emociones con los niños, especialmente con los más pequeños. ¿Está bien que me vean triste, enfadado o preocupado? ¿Debo compartir ese tipo de emociones con ellos? ¿Si lloro delante de ellos, me verán como una persona débil? ¿No es mejor compartir con ellos únicamente emociones agradables?

Como sucede con muchos otros aspectos de la vida, los niños aprenden sobre las emociones observando a los adultos e imitando su ejemplo. Por lo que, la manera en que experimentamos y gestionamos lo que sentimos, les servirá como guía y repetirán nuestra conducta cuando se enfrenten a determinadas emociones. Por ejemplo, si cuando nos sentimos enfadados gritamos, ellos harán exactamente lo mismo cuando estén enfadados.

Por otro lado, los niños suelen ser muy sensibles al estado emocional de sus seres queridos. A veces pensamos que no se dan cuenta o que no alcanzan a comprender algunas cosas. Sin embargo, ellos perciben cuando algo no va bien, aunque los adultos tengamos la certeza de que estamos actuando con total normalidad. Además, los más pequeños en su etapa egocéntrica, suelen asumir que lo que los padres sienten está relacionado con ellos.

Por lo tanto, es inútil, e incluso, contraproducente ocultarles lo que sentimos. La mejor forma de compartir las emociones con los niños es a través de la honestidad emocional.

¿Qué es la honestidad emocional?

La honestidad emocional es la habilidad de comunicar nuestras emociones y necesidades de manera transparente y respetuosa.

Desafortunadamente, en nuestra sociedad hemos aprendido a hablar desde nuestra cabeza, dando más importancia a la parte racional que a la emocional. También nos han enseñado que existen emociones buenas y malas, y que éstas últimas: tristeza, rabia, odio, enfado, miedo, depresión, disgusto, etc. no debemos mostrarlas en público y es mejor ocultarlas, taparlas o disimularlas. ¿Cuántas veces no hemos escuchado “no te enfades”, “los niños no lloran” o frases similares?

Por el contrario, muchos papás nos preocupamos por aceptar y validar las emociones de nuestros hijos, pero descuidamos las nuestras, somos poco tolerantes o respetuosos con lo que sentimos y nos forzamos a no demostrar algunas emociones. Frecuentemente nos auto engañamos porque no somos conscientes de la emoción que estamos experimentando, o porque nos cuesta reconocer lo que verdaderamente estamos sintiendo, o, porque intentamos ocultar lo que sentimos por el motivo que sea.

Así que, la honestidad emocional no es únicamente para compartir o expresar lo que sentimos con nuestros hijos o con otras personas. Sino que nos debe servir, en primer lugar, para reconocer nuestras propias emociones y luego, para reflejarlas y expresarlas.

La honestidad emocional es una habilidad que tenemos que trabajar consciente y constantemente. Implica, en primer lugar, detenernos a mirar hacia nuestro interior y prestar atención a la emoción estamos sintiendo. Después hemos de darnos tiempo de experimentarla y vivirla, de detectar qué es lo que sentimos, incluso físicamente, cuando, valga la redundancia, sentimos determinada emoción. En tercer lugar, hemos de identificar qué es lo que ha hecho que surja esa emoción, ¿por qué me siento así? Y, por último, implica también desarrollar la capacidad de expresar lo que sentimos y necesitamos adecuadamente, con sinceridad y de forma respetuosa.

Una manera eficaz de expresar lo que sentimos es la siguiente fórmula:

“Yo me siento__________ porque/cuando__________. Quisiera/necesito/me gustaría__________.

Por ejemplo:

Yo me siento frustrado y desesperado porque se ha descompuesto el coche y llegaré tarde al trabajo. Necesito encontrar un medio de transporte alternativo.”

“Me siento cansada porque dejas tu ropa tirada fuera de su lugar y no quiero recogerla más. Me gustaría que antes de salir de casa la pusieras en su lugar.”

“Yo me siento tan enfadado por lo que me has dicho que necesito un rato para calmarme y no decir o hacer nada de lo que después me pueda arrepentir.”

“Me siento ofendida cuando me hablas de esa manera. Me gustaría que pudiéramos hablar tranquilamente sin que me ofendas o me faltes al respeto.”

Lo importante es comenzar siempre en primera persona, utilizando la palabra YO o refiriéndome a MI emoción o sentimiento. No es lo mismo decir: “me has hecho enfadar mucho” o “me has ofendido” que “ahora mismo me siento muy enfadado” o “me siento ofendida”.

Es preciso no culpabilizar ni avergonzar a nadie por lo que yo estoy sintiendo. De esta manera yo tomo el control de mi emoción y expreso lo que me gustaría o necesito de la otra persona.

En ocasiones, un hándicap que detectamos a la hora de practicar la honestidad emocional es el escaso vocabulario emocional que tenemos y, además, muchas veces confundimos las emociones, les damos otro nombre o, cometemos el error de generalizar demasiado.

Ventajas de practicar la honestidad emocional.

  1. Cuando practicamos la honestidad emocional, aprendemos a conocernos mejor, a tomar control de nuestras emociones y a responsabilizarnos por la forma en que las gestionamos.
  2. Es parte de la educación emocional que debemos dar a nuestros hijos. Cuando los papás practicamos la honestidad emocional, les enseñamos con el ejemplo a aceptar sus emociones, a expresar de manera asertiva aquello que sienten y cómo actuar ante esas emociones.
  3. Poco a poco adquirimos mayor vocabulario emocional y lo transmitimos a los hijos. Cuando le ponemos un nombre al sentimiento que estamos sintiendo, los niños también aprenden a hablar y nombrar lo que sienten con mayor precisión.

Cuando la honestidad o la gestión emocional falla y perdemos el control de lo que sentimos o de cómo lo expresamos, es una excelente oportunidad para reflexionar y enseñar que de los errores se aprende, pedir perdón y hacerlo mejor la próxima vez.

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