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noviembre 30, 2020

La relación entre la autoestima y el apego seguro


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Para muchos psicólogos existe una estrecha relación entre la autoestima y el apego seguro. El vínculo que se establece entre padres e hijos es la clave en el desarrollo de una buena autoestima.

El psicólogo Rafa Guerrero dice que la palabra autoestima es engañosa, pues ésta no depende de la persona. No es como si fuera una máquina de autoservicio en la que uno decide tenerla, sino que o te la han dado o no la tienes.

Como sabemos, la autoestima es el valor que nos damos a nosotros mismos. ¿Cómo puede un niño tenerse en buena estima y sentirse valioso, si sus padres no lo han hecho sentirse así? ¿Cómo se puede querer a sí mismo si los padres no le han demostrado amor? Si alguien no se ha sentido querido y valorado, no podrá quererse ni valorarse de forma automática y autosuficiente.

Pero ¡atención! Esto no se trata únicamente de lo que un niño escucha, sino también de lo que siente. Anteriormente he hablado sobre cómo favorecer la autoestima de los niños a través de nuestras palabras. Sin embargo, en esta ocasión me enfocaré en el poder que tienen nuestros actos para hacerles sentir valiosos y, sobre todo, dignos de ser queridos.

Cuando cuidamos a un niño con amor, respondiendo y atendiendo a sus necesidades, dedicándole calidad y cantidad de tiempo y haciéndole pertenecer a la familia, se sentirá seguro, importante y amado incondicionalmente y crecerá sabiendo que es una persona valiosa y capaz. Por lo tanto, se sentirá bien con él mismo.

Así pues, los padres somos los primeros responsables de darles a los hijos una buena autoestima y esto se logrará a través de una relación de apego seguro entre ambos.

¿Cómo establecer una relación de apego seguro que favorezca la autoestima?

El apego es el vínculo o lazo afectivo por las personas que tienen un significado especial en la vida.

Cuando se dice que un niño tiene apego a alguien significa que está absolutamente dispuesto a buscar proximidad y el contacto con esa persona, sobre todo ante la sensación de inseguridad.

El apego seguro es aquel en el que el cuidador principal, por lo general la mamá y/o el papá, representan un refugio y una base seguros para el niño. Éste sabe que mientras su figura de apego esté cerca, él está protegido y sus necesidades estarán cubiertas.

“La sensación de seguridad que obtiene el niño al estar en brazos de su papá o de su mamá es la base sobre la que se asienta todo el desarrollo emocional.”

Álvaro Bilbao

En los bebés, el apego comienza desde el vientre materno. Aproximadamente en el sexto mes de gestación, el bebé reconoce la voz de la mamá. Por eso, cuando un bebé nace y se enfrenta a un mundo completamente desconocido para él, escuchar la voz de la mamá lo tranquiliza y le da seguridad.

En el momento del parto aparece la oxitocina, que es la hormona del apego o del amor. Horas después del parto, ésta alcanza su punto álgido en el cerebro tanto de la mamá como del bebé, lo cual favorece esa unión única y podría decirse que “casi mágica” entre la madre y un recién nacido.

La liberación de oxitocina responde especialmente bien a las caricias y expresiones de afecto. Por eso, acunar y acariciar a un bebé recién nacido, expresando calma y tranquilidad, respondiendo a sus necesidades sin miedo ni impaciencia, a la vez que se siente cuidado y atendido fomentan un vínculo fuerte y seguro.

Las investigaciones en neurobiología relacionan la oxitocina con la memoria y el aprendizaje. Además, favorece las relaciones sociales y la empatía, baja los niveles de ansiedad y disminuye al miedo aumentando la confianza y seguridad.

Así pues, en los primeros meses, ambos padres pueden construir y hacer crecer el vínculo del apego con su bebé principalmente a través del contacto físico. Por lo general las mamás suelen disfrutar de muchos momentos íntimos en los que se favorece esa unión, por ejemplo, cuando lo alimentan, ya sea dándole el pecho o en biberón o cuando lo arrulla entre brazos. Otras tareas que incluyen contacto físico y que tanto mamá como papá pueden realizar son: bañarlo, vestirlo, cambiarle el pañal, ponerle crema y, en especial, darle masaje.

A través del masaje para bebés, el vínculo del apego se refuerza enormemente ya que involucra gran contacto físico y visual por medio del cual se le transmite amor, confianza y seguridad. Además, ayuda a los papás a entender las señales del bebé y desarrollar su capacidad responder a sus necesidades de manera tranquila y confiada.

En el curso online de masaje para bebés aprenderás a establecer un apego seguro a través de las caricias, miradas y canciones que intercambiarás con tu bebé. Además adquirirás conocimientos para responder adecuadamente a sus necesidades.

Por este motivo es tan importante que tanto mamás como papás se ocupen personalmente del cuidado de los hijos, pues es a través de estos gestos sencillos y cotidianos que se va construyendo una relación se amor, confianza y seguridad entre ambos.

En los años posteriores, los niños van ganando autonomía y ya no necesitan que los bañemos, los vistamos o los carguemos y, por tanto, el contacto físico disminuye. Entonces debemos buscar otras maneras de seguir transmitiéndoles ese amor a través del tacto y que se siga generando esa oxitocina.

Entonces se puede, por ejemplo, jugar a juegos o hacer actividades que impliquen contacto físico como las cosquillas o juegos de “luchas”, hacerles masajes, sentarlos en las piernas o muy cerca para leerles cuentos, ver una película juntos, etc. Y, por supuesto, no olvidarse jamás de los besos y abrazos que son infalibles.

Más allá del contacto físico para propiciar la liberación de oxitocina, los padres que establecen un apego seguro con los hijos deben por un lado protegerlos, cuidarlos y crear un ambiente en el que se sientan seguros, pero al mismo tiempo fomentar su autonomía y su identidad personal, invitándolos a explorar, dando rienda suelta a su creatividad y permitiendo que descubran y expresen su personalidad.

Lo anterior implica un establecimiento de límites claros que les sirvan de guía y les den seguridad; acompañarlos y guiarlos en su regulación emocional permitiendo que expresen lo que sienten, ayudándoles a poner palabras a sus emociones y validando aquello que sienten; y ser receptivos y responsivos a sus necesidades, esto es entender desde su perspectiva lo que realmente necesitan y darle una respuesta adecuada.

El apego con los hijos depende del apego con los padres

En la relación de la autoestima y el apego seguro tiene que ver también nuestro papel como hijos. En los últimos años se ha demostrado que el tipo de vínculo que establecemos con nuestros padres durante nuestra infancia, se transforman en patrones de sentimientos y comportamientos que reproducimos luego con nuestros hijos.

Por lo tanto, si nosotros hemos tenido un apego seguro con nuestros padres, es más probable que podamos establecerlo con los hijos. De la misma manera, los padres y madres con buena autoestima tienen mayor probabilidad (y quizás facilidad) de fomentar en sus hijos una buena autoestima.

No obstante, hay otras figuras cercanas como abuelos, tíos, profesores, etc. que compensan lo que mamá y papá no han podido hacer o no nos han podido dar. Por ejemplo: empatía, regulación e inteligencia emocional pensamiento crítico, curiosidad intelectual, etc. Y lo mismo sucederá con nuestros hijos, habrá otras personas de su entorno que cubrirán esa parte que nosotros, por nuestra experiencia y vivencias de la infancia, no podemos darles de manera natural.

Esto no es para hacernos sentir culpables sino responsables. Tanto para la bueno, como para lo malo, educamos desde nuestra propia mochila de experiencias personales pasadas. Muchas veces no es porque no queramos, sino porque no podemos, ya se sabe que nadie da lo que no tiene. Y no pasa nada, porque tampoco podemos tenerlo ni darlo todo.

Debemos entonces hacernos cargo de esas carencias y buscar diferentes maneras de cubrir las necesidades que los hijos tienen y nosotros no podemos satisfacer.

En definitiva, si queremos darles a nuestros hijos una buena autoestima, debemos partir de establecer un apego seguro con ellos. Y primero debemos poner el foco en nosotros, revisar aquello con lo que nosotros cargamos, liberarnos de aquello que nos entorpece y esforzarnos cada día por ser mejores nosotros y hacerlo mejor con los hijos.

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