“Una persona con voluntad fuerte llega en la vida más lejos que una persona inteligente.” -Enrique Rojas-
Gran parte del éxito o fracaso en la vida personal depende de la educación de la voluntad. De hecho, hoy en día, la Psicología moderna considera que la voluntad es más importante que la inteligencia.
Para el psiquiatra austríaco Viktor Frankl la voluntad es la fuerza más poderosa que existe. Albert Einstein decía que la voluntad es una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad o la energía atómica.
¿Qué tiene la voluntad que la hace tan fuerte? ¿Por qué es tan importante tener una voluntad bien trabajada? ¿Qué podemos hacer los padres para educar la voluntad, nuestra y de los hijos?
Tener una voluntad fuerte nos hace más libres
La voluntad es la capacidad humana para decidir con libertad lo que se quiere o lo que no y ordenar la propia conducta. Es tener el poder y el control sobre nuestra propia vida.
Sin embargo, ésta requiere ser educada y bien dirigida, ya que se puede confundir con una falsa libertad de hacer lo que a uno le apetece o le da la gana a cada momento.
María Montessori decía que la voluntad en su estado natural es una fuerza que nos obliga a llevar a cabo acciones que beneficien nuestra vida. Y, aunque somos libres de hacer lo que queramos, no todo lo que podemos hacer con esa libertad nos conviene ni es bueno para nosotros.
De hecho, tener una voluntad fuerte es un indicador de madurez personal. Actuar eligiendo libremente lo que es mejor para uno y no lo que apetece o lo que el cuerpo pide a cada momento denota un vencimiento de uno mismo y capacidad de renunciar a lo placentero e inmediato por algo que se considera mejor o superior.
En este sentido, una persona que tiene una voluntad fuerte es más libre y puede dirigir su vida hacia donde quiere y sabe que le conviene. Aquella que no la ha educado y fortalecido está a merced de sus caprichos del momento, es esclava de ellos.
¿Qué es lo que quieres para tus hijos?
No es suerte, es voluntad
La voluntad se puede definir también como la capacidad para ponerse unos objetivos concretos y luchar por irlos alcanzando progresivamente.
Hace un tiempo leí que el jugador argentino Leo Messi decía que le había llevado 17 años y 14 días convertirse en un éxito de la noche a la mañana. Detrás de su éxito no hay suerte, sino un objetivo y una gran fuerza de voluntad.
Una persona con una voluntad bien trabajada y fuerte tiene mayor probabilidad de lograr aquello que se propone. Por supuesto que también influyen las habilidades potenciales que cada uno pueda tener. En el caso de Messi se puede decir que tiene un “don” para el fútbol. Sin embargo, aún así se necesita de práctica, constancia, esfuerzo, perseverancia, renuncia, sacrificio, disciplina, etc. Y todo eso depende de la voluntad.
“Nuestra suerte se halla en nuestra voluntad.”
-Julius Grosse-
El autocontrol tiene mucho que ver con fortalecer la voluntad. Esa capacidad de sacrificar lo inmediato por lo mediato, lo cercano por lo lejano nos lleva a mantener un esfuerzo sostenido para alcanzar una meta a largo plazo.
Quizás hayas oído hablar del Experimento del Malvavisco. En él se hizo una prueba a un grupo de niños de 4 años a quienes se les daba un malvavisco y se les decía que lo podían comer ahora o esperar a que el experimentador volviera 15 minutos después. Si pasado ese tiempo, todavía no se habían comido la chuche, recibirían otra como recompensa. Te recomiendo ver el vídeo y las divertidas reacciones de los niños.
Lo interesante del experimento fue que dieron seguimiento a estos niños en edades adolescentes y adultas. Aquellos que fueron capaces de retrasar la gratificación de comerse el caramelo inmediatamente tenían mejor tolerancia a la frustración, habían sacado mejores notas en las pruebas, tenían más éxito en sus trabajos, tenían mejores relaciones personales, etc. que aquellos que sucumbieron a la tentación de comerlo inmediatamente.
La voluntad se educa y fortalece en la familia.
Desafortunadamente la voluntad no es algo con lo que se nace, no nos viene en el ADN ni se hereda genéticamente. Es más bien una habilidad que se trabaja poco a poco hasta que se hace más fuerte y se convierte, de alguna manera, en una segunda naturaleza.
La familia es el entorno ideal en el que tanto mayores como pequeños podemos ir trabajando y fortaleciendo la voluntad.
Cabe destacar que la educación en la voluntad no termina nunca. Siempre tendremos obstáculos que vencer y aspectos en los que nos debemos superar personalmente. Es por eso por lo que, en la familia, tanto padres como hijos, debemos seguir esforzándonos por hacerla más sólida y fuerte, lógicamente cada uno de acuerdo con su edad y sus propios retos.
Algunos medios prácticos que los padres podemos hacer para ayudar a los hijos a fortalecer su voluntad son:
- Enseñarles a terminar las tareas o actividades que realizan.
- Motivarles a hacer primero aquellas tareas que son más importantes o que forman parte de la responsabilidad personal antes que aquellas que me apetecen.
- Practicar, de manera paulatina, a retrasar la gratificación inmediata. Negarse a estímulos y deseos inmediatos.
- Trabajar en el esfuerzo sostenido. Por ejemplo, en actividades que lleva tiempo completar.
- Establecer objetivos claros, concretos, alcanzables, medibles y estables.
- No rescatar a los hijos ni resolver por ellos cualquier problema a la primera sino dejar que ellos busquen soluciones. (Evidentemente con sentido común.)
- Cumplir con los horarios y las rutinas establecidas.
- Cumplir con responsabilidades y encargos familiares.
- Presentar modelos (personajes históricos, personas cercanas o familiares, etc.) dignos de imitar en los que se haya conseguido metas gracias a la fuerza de voluntad. Como el ejemplo anterior de Messi.
- Buscar un motivo por el cual activar la voluntad.
Tener fuerza de voluntad para educar
Cuando los papás no tenemos bien educada y fortalecida nuestra voluntad es difícil, y a la vez incoherente, pedir que nuestros hijos la vayan desarrollando.
Los adultos solemos quejarnos de los caprichos y berrinches de los niños. De hecho, hasta se utiliza el término de niños tiranos o mimados para nombrar a aquellos que hacen de todo y hasta lo imposible por obtener lo que desean.
Sin embargo, nos olvidamos de que ellos están en proceso de aprendizaje, desarrollo y madurez. Por lo que, si los padres no son quienes tienen esa voluntad educada y fuerte, sucumben a las exigencias y caprichos de sus hijos.
En cambio, cuando hay una buena voluntad y preparación por parte de los adultos, podemos identificar que las demandas de los niños y sus malas maneras de comportarse son en el fondo un reclamo de pertenencia y significado. En otras palabras, lo que están pidiendo es atención, amor, cariño y comprensión.
Si quieres saber porqué los niños se portan mal y qué puedes hacer para reorientar esas conductas, te recomiendo el curso online «Descifrando las malas conductas de los niños.«
Así, los papás con una voluntad fuerte y preparada podrán “vencerse” a ellos mismos, a lo que quizás en ese momento les apetece o a las reacciones automáticas que nos salen para poder atender la verdadera necesidad de sus hijos.
Como ves, educar y fortalecer la voluntad de los hijos ayudará a que crezcan como personas fuertes, maduras, con la capacidad de ponerse metas altas, esforzarse con perseverancia para alcanzarlas y lograr sus sueños. Como dice F.C. Gispert:
“Consigue una voluntad fuerte y los sueños serán realidad.”
Me encanta lo que escribes amiga! Te mando un besote feliz día de la amistad. Gracias x ser mi amiga y siempre estar para mi te mando un besote